Appendix B
This poem is by the Argentinian writer Alfredo Arteaga and was published in 1917 in Antología Contemporánea de poetas argentinos.
Feminismo
Porque es vuestro, mujeres, el encanto
que ilumina y perfuma la existencia;
porque vertéis amor–eterna esencia
de toda la alegría y todo el llanto;
porque, al pasar vosotras, los más nobles
y fuertes corazones se estremecen
y juncos, tiemblan los que fueron robles;
porque gemas y flores nos parecen
creadas sólo para vuestro lujo;
porque no hay en el mundo quien ejerza
función sagrada o soberano imperio,
sin estar sometido a vuestro influjo;
porque dáis, aunque débiles, la fuerza
que penetra al abismo del misterio
y sube del ensueño hasta la cumbre;
porque la irradiación de vuestra gracia
a todas las tinieblas presta lumbre,
y nos brindáis un bálsamo divino
para cerrar heridas del destino;
porque formáis la excelsa aristocracia
de virtud, de bondad y de belleza,
a la que sólo el vil infiere agravios;
porque sóis la suprema fortaleza
(que dijo Salomón en sus Proverbios)
ante la cual se humillan los soberbios;
porque son siempre necios los más sabios,
si en vuestra copa no han bebido un día
la ignorante, esencial sabiduria;
porque es vuestra la luz de las leyendas,
el alma musical de los cantares
y el fecundo calor de los hogares;
porque recibe Dios nuestras ofrendas
con agrado mayor, si vuestras manos
o labios la elevan; porque el cielo
os desterró para adornar la tierra
y aquí extender de la ilusión el velo;
en fin, porque, entre títulos humanos,
os pertenece el título que encierra
toda la majestad y la dulzura –
ese nombre de madre–¡oh bellos seres
que derramáis primaveral frescura
en los tiempos más foscos de la historia
y que santificáis nuestros placeres,
contentaos por siempre con la gloria
y con la suavidad de ser mujeres!
Feminism
Because it’s yours, women, the enchantment
that illuminates & perfumes existence;
because you shed love–eternal essence
of all happiness and all sorrow;
because, on meeting you, the noblest,
strongest hearts tremble
and oaks turn to shivering reeds;
because to us you seem to be gems and flowers
created only for our luxury and enjoyment;
because there isn’t anything in the world that exercises
sacred function or imperial sovereignity
without being submitted to your influence;
because, though weak, you give strength
that penetrates the abyss of mystery
and you mount in dreams to the summits of mountains . . .
Because the radiation of your grace
brings hunger to all that’s dark and and hidden
and you bring us a divine balm
to heal the wounds of fate:
because you form the highest aristocracy
of virtue, of kindness, and of beauty
to which only the evil give offense;
because you are the supreme fortitude
(just as Solomon said in Proverbs)
before which soveriegns make themselves humble;
because even the wise are most foolish
if they never drink, from your cup,
your naive, essential wisdom:
because it’s yours, the light of legends,
the musical soul of the singers
and the fertile heat of the hearths;
because God hears your prayers
with greater amiability if your hands
or lips lift them to heaven;
because heaven exiled you to adorn the earth
and extends here the veil of illusion;
in fin, because, among human titles
you have the title that encompasses
all majesty and sweetness,
this name of mother–oh lovely beings
that spill over with primeval freshness
in the greatest focal points of history;
you who sanctify our pleasures,
content yourselves for always with the glory
and the softness of being women!